La orden ejecutiva de Biden prohibirá a las compañías estadounidenses de capital de riesgo invertir en tres sectores clave de la economía china: semiconductores, computación cuántica e inteligencia artificial.
Semiconductores: Se le restringió la exportación de herramientas estadounidenses para la fabricación de chips, pero para que estas medidas fueran efectivas otros proveedores de referencia, como Países Bajos y Japón, que producen tecnología clave para la fabricación de semiconductores, también tuvieron que unirse.
Dentro del conflicto por los semiconductores, el país asiático vetó los productos del fabricante estadounidense Micron Technology tras una investigación de ciberseguridad que determinó que estos afectan negativamente a la seguridad nacional.
La Administración del Ciberespacio de China explicó en un comunicado en su página web que los productos de Micron “tienen problemas de ciberseguridad graves y plantean riesgos de seguridad significativos”, y, por lo tanto, “no superaron la revisión”.
El sector de los semiconductores es clave para China, ya que se trata de uno de los puntales de sus planes para reforzar su autosuficiencia tecnológica y reducir así su dependencia de terceros países ante la guerra comercial y las sanciones impuestas por Estados Unidos.
Computación cuántica: El 2030 es la fecha tope que China (RPC) se ha puesto para obtener la supremacía mundial en el terreno de la informática cuántica, tecnología emergente con múltiples aplicaciones en el sector económico.
De momento, no solo asegura tener la computadora más rápida del orbe, sino también el conocimiento para descifrar el RSA, algoritmo de clave pública mayormente usado para encriptar firmas digitales y comunicaciones, intercambiar claves y establecer conexiones seguras.
Para arrojar más luz sobre el estado actual de la carrera por la superioridad cuántica entre ambas naciones, un reporte de GlobalData señaló a fines de 2022 que EEUU está unos cinco años por delante de China; sin embargo, advirtió que la nación asiática se pone al día rápidamente.
O sea que ambos países quieren la supremacía cuántica no sólo como orgullo nacional, sino por las ventajas financieras, industriales, científicas y militares que ésta puede ofrecer.
Inteligencia artificial: Las directrices provisionales de China para la actividad y gestión de la inteligencia artificial se denominan “Medidas Generativas de IA” y son el resultado de un esfuerzo conjunto de seis organismos gubernamentales, entre ellos la Administración de Ciberseguridad de China (CAC), la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma y el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Será el primer conjunto de normas sobre IA que se aplique en el país tras el reciente auge del desarrollo y estará supervisado por los mismos organismos que crearon las medidas.
Las 24 directrices incluyen medidas que obligarán a las plataformas que ofrecen servicios de IA a registrarlos y someterse a una revisión de seguridad antes de su lanzamiento público. El gobierno chino también exigirá etiquetas para los contenidos creados artificialmente.
Del mismo modo, las directrices responsabilizarán a los proveedores de servicios de todo lo creado a través de su plataforma.
El borrador de la normativa, incluía multas económicas específicas para quienes se desviaran de las directrices, aunque ya se han eliminado. En su lugar, los proveedores de servicios tendrán que abordar los contenidos problemáticos en un plazo de tres meses.
La normativa pretende crear un término medio entre el control estatal de la tecnología y un entorno favorable a la innovación en el sector. China ha estado desarrollando activamente su escena de IA, con gigantes tecnológicos locales como Alibaba creando un rival para el popular chatbot ChatGPT.
Según Pekín, “Washington busca frenar la inversión estadounidense en China abusando del concepto de seguridad nacional y politizando los asuntos comerciales. Su verdadero propósito es quitarle el derecho al desarrollo a China y mantener su propia hegemonía. Es pura coerción económica y acoso tecnológico”.
El departamento de Comercio chino se unió a las críticas asegurando que las restricciones solo buscan “desacoplar y cercenar las cadenas de suministro con el pretexto de la seguridad nacional”.
En cualquier caso, todavía se desconoce cómo se implantará la orden ejecutiva firmada por Biden, ya que no se aplicará de manera automática.
También se está evaluando la opción de incluir excepciones que permitan a las empresas estadounidenses seguir invirtiendo en bonos y acciones de compañías tecnológicas chinas.
Y la orden ejecutiva podría no entrar en vigor hasta el próximo año, coincidiendo con la campaña para las elecciones presidenciales en las que Biden busca la reelección.